Hoy te llevamos un poco más al corazón de la expedición explicándote cómo nos preparamos y organizamos para comer en un barco de totora y en un entorno con recursos limitados.
Cada miembro del equipo ya tenía varias experiencias de aventura —en el mar, en bicicleta o en la montaña—. En general, la preparación se parece bastante a lo que se hace en esos contextos.
Hay varios aspectos que tener en cuenta:
- Volumen / peso
- Perecibilidad
- Aportes energéticos y diversidad
- Equipamiento disponible
- Técnicas de preparación
- Duración del stock / puntos de abastecimiento
- Adaptabilidad
El volumen y el peso
En nuestro caso, el viaje se divide en dos partes: Bolivia con apoyo de la armada y Brasil sin apoyo. Contar con la armada significa tener otro barco capaz de transportar víveres, lo que nos permite aligerar el nuestro. Esto es valioso durante la primera fase porque nos da la oportunidad de probar la embarcación, ver cómo reacciona a diferentes condiciones de navegación, acostumbrarnos al remo y desarrollar resistencia al esfuerzo.
Por lo tanto, no estuvimos muy limitados por el peso en esta primera parte y priorizamos la diversidad para adaptarnos a las situaciones y a los antojos del momento.
Para la segunda fase en Brasil, la reflexión fue distinta porque ya no teníamos apoyo. Además, las paradas en comunidades eran menos frecuentes.
La perecibilidad
En un ambiente tropical y sin refrigeración, hay que ser cuidadosos con la conservación de frutas y verduras. Evidentemente no teníamos lácteos y no consumíamos carne, privilegiando comidas vegetarianas. Sin embargo, en Bolivia es posible encontrar carne deshidratada llamada charque. Navegando por los ríos, también nos cruzábamos con pescadores a quienes comprábamos pescado. ¡También empezamos a pescar nosotros! Pero solo podemos pescar o aceptar pescado por la tarde, por cuestiones de conservación. Cuando nos regalan hielo, el pescado se guarda en la nevera portátil, que fue un regalo de gente amable en Brasil.
La mejor forma de conservar los productos es consumir lo que se produce localmente, ya que está adaptado al clima. En clima tropical esto significa: plátanos, plátanos machos, coco, pomelos (muy comunes en Bolivia), sandías (abundantes en Brasil), yuca, huevos, mango, piña. Esa es la base de nuestra alimentación. Antes de salir de La Paz y en cada ciudad grande también compramos cebollas, tomates, zanahorias, patatas, pimientos, repollo, ajo, pepino, remolacha, etc., que se conservan bien.
Para prolongar la vida útil de los alimentos, los sacamos de las bolsas de plástico y los colocamos en redes colgantes. Cada día revisamos los productos más frágiles para cocinarlos primero y decidir el menú del día.
Aportes energéticos y diversidad
Este punto es esencial en una expedición deportiva. Cuidar la diversidad de la alimentación y los aportes energéticos permite sostener el esfuerzo y disfrutar de la experiencia. En nuestro caso la alimentación era principalmente vegetariana, por lo que prestábamos especial atención a la proteína vegetal.
Hay dos maneras principales: combinar legumbres y cereales, y usar productos ricos en proteínas: proteína de soja, huevos, espirulina y semillas.
La combinación legumbres–cereales es ancestral (cuscús–sémola, dal de lentejas–arroz, feijoada–arroz). Legumbres y cereales son proteínas incompletas, pero juntas se complementan y forman una proteína completa.
Esto requiere remojo previo y un tiempo de cocción más largo. Optamos por una olla a presión, que permite una cocción perfecta en 45 minutos a una hora sobre fuego de leña, sin necesidad de vigilar. Solo hay que sofreír verduras y especias, añadir las legumbres, cubrir con agua (dos falanges por encima) y salar.
La proteína de soja es muy fácil de usar: se hidrata en agua caliente (en agua fría también funciona pero más lento). Como tiene poco sabor, el truco es sazonarla durante la hidratación con caldo, especias, ajo o hierbas. En 5–10 minutos está hidratada y lista para usar como carne picada.
La espirulina va muy bien en el desayuno, especialmente en el porridge, y cada uno la usa a su gusto.
También llevamos leche en polvo, muy práctica, sobre todo para el porridge. Las leches vegetales existen pero son caras y difíciles de encontrar.
Además, llevábamos semillas de lino, chía, nueces, cacao, chive (mandioca fermentada en polvo), frutas secas, que ayudan a diversificar y aportar energía.
Existe también la maca, una raíz andina seca y pulverizada, con un sabor entre chocolate y café. Se usa en bebidas o espolvoreada sobre platos, sobre todo postres. Es rica en potasio, calcio, sodio, hierro y vitaminas B y C.
En la parte brasileña, debido al sol fuerte y las altas temperaturas, utilizamos sales de rehidratación para una mejor recuperación.
Con todos estos ingredientes es posible hacer mezclas muy completas para mantener la condición física y cubrir las necesidades energéticas y nutricionales.
Equipamiento disponible
A diferencia de un viaje en bicicleta o un trekking, aquí podíamos llevar equipamiento voluminoso: una olla a presión, una sartén/wok, guantes de soldador (como manoplas para el fuego), cuchillos individuales, tres tupperwares, una rejilla para tostar, un cucharón, una espátula de madera, un pelador-rallador, ollas pequeñas y cubiertos.
Usamos tapas de tupperware como tablas de cortar cuando hacía falta; si no, lo hacíamos sin tabla.
Técnicas de preparación
Las técnicas varían según el día y el tiempo disponible para preparar la comida.
Una parte de lo que comemos es crudo, sobre todo al mediodía, lo que permite cocinar en el propio barco. Para evitar riesgos de salmonelosis, lavamos los productos con vinagre blanco, especialmente los que no se pelan. Para el resto es mejor, pero no indispensable.
Por la noche cocinamos con fuego de leña en el suelo. Según la cocción deseada, ajustamos la altura de la olla. El fuego suele ser fuerte: ideal para saltear, menos para guisar. Con solo brasas, se puede dejar cocinar toda la noche, especialmente usando la olla a presión.
En Brasil, se cocina por la noche un plato caliente en gran cantidad y los restos sirven de base para una ensalada fría al día siguiente, preparada directamente en el barco.
Otra técnica es la cocción al vapor dentro de hojas, normalmente de plátano. Es ideal para cocinar pescado sin parrilla: conserva los jugos y evita que se reseque. Requiere algo de práctica.
También hacemos fermentados para bebidas. La piña es ideal:
Lavar las cáscaras con vinagre. Colocarlas en un recipiente (una botella de boca ancha es ideal). Añadir 5 cucharadas de azúcar por litro de agua. Cubrir con agua. Fermentar 1–2 días liberando gas regularmente.
En Brasil la receta se mejoró añadiendo mango y jengibre.
Cuidado con que no se convierta en vinagre: puede pasar si fermenta demasiado o si tenía poco azúcar. La misma cáscara puede usarse dos veces.
Duración del stock y puntos de abastecimiento
Según el entorno, las necesidades de stock cambian. Nosotros llevábamos entre 5 y 10 días de productos frescos al inicio y luego unos 4 días. Los productos secos los reabastecíamos en cada ciudad grande.
Un factor importante fue que a menudo las comunidades nos invitaban a cenar. Esto reducía nuestro consumo en un tercio y facilitaba la logística.
También descubrimos la importancia de los snacks durante el día: frutas, nueces o frutas secas, para picos de energía rápidos.
Adaptabilidad
Cada día es diferente, así que hay que saber adaptarse: consumir lo que está por estropearse, usar lo disponible en el camino, aceptar invitaciones, ajustar la alimentación según el estado físico de cada uno (cantidad, tipo, diversidad).
La adaptabilidad es, creo, una cualidad esencial para llevar a cabo una expedición fuera de los caminos habituales.
Recetas favoritas del equipo
Thomas: Wok de quinoa con verduras
Ingredientes:
- 100 g de quinoa
- 1 pimiento rojo
- 2 cebollas moradas
- 1 zanahoria
- 1 brócoli
- 1 ají pequeño (locoto en nuestro caso)
- 2 dientes de ajo
- 1 trozo de jengibre
- 1 cda de cúrcuma
- 1 cdta de pimienta
- 3 cdas de aceite neutro
- 10 cl de salsa de soja
- 15 cl de vinagre de manzana o balsámico
Preparación:
- Cortar la cebolla y las verduras en tiras finas.
- Lavar y cortar el brócoli; blanquear y reservar.
- Cocer la quinoa en 2,5 veces su volumen de agua.
- Calentar wok o sartén, añadir aceite y especias para tostar 1 min.
- Añadir cebolla; luego zanahoria.
- Añadir pimiento y ají.
- Añadir brócoli, ajo y jengibre.
- Añadir quinoa, soja y vinagre.
- Servir caliente.
Santi: Dahl de lentejas rojas
Ingredientes (4 personas):
- 200 g lentejas rojas
- 170 ml leche de coco
- 1 tomate
- 1 cebolla
- 2 zanahorias
- 1 batata
- 1 cda aceite de oliva
- 3 dientes de ajo
- 2 cdta curry en polvo
- 2 pizcas comino
- 1 cdta jengibre en polvo
- Cilantro opcional
- Sal y pimienta
Preparación:
- Cortar cebolla.
- Cortar verduras.
- Calentar olla, añadir aceite y especias; tostar 1 min.
- Agregar cebolla.
- Cocinar tapado.
- Añadir zanahorias.
- Añadir tomate y reducir.
- Añadir lentejas, ajo, leche de coco y jengibre.
- Cocinar 20 min; añadir agua si hace falta.
Servir con arroz.
Fabien: Panna cotta de chía y maracuyá
Ingredientes (4 personas):
- 20 g semillas de chía
- 50 g leche en polvo
- 500 ml agua
- 1 plátano
- 2–3 maracuyás
Preparación:
- Mezclar agua y leche en polvo.
- Verter sobre la chía.
- Reposar 30 minutos.
- Añadir plátano triturado.
- Presentar con maracuyá encima o mezclar todo.
Benji: Papas fritas de batata
Ingredientes (4 personas):
- 1 kg batatas
- Aceite vegetal resistente al calor
Preparación:
- Pelar batatas.
- Cortar en bastones.
- Secar bien.
- Calentar aceite.
- Freír.
- Escurrir.
- Salar en caliente.
Télio: Porridge — El indispensable del viajero
Ingredientes (4 personas):
- 200 g copos de avena
- 50 g leche en polvo
- 500 ml agua (o té)
- 2 cdas miel o azúcar
- 1 mango u otra fruta
- 2 cdas mantequilla de maní
- Un puñado de nueces de Brasil
- 1 cdta canela
Preparación:
- Hervir agua y mezclar con la leche en polvo.
- Añadir avena.
- Mezclar hasta obtener textura cremosa.
- Añadir el resto.
- Servir.